Muchas veces el debate de lo público versus lo privado se pierde como algo abstracto o ideológico con escasa incidencia en la vida real de todos los días. Pero la semana pasada después de dos lluvias importantes, mientras algunos vecinos prendían velas con los pies en el agua, ese debate algunas veces abstracto, se empapó de realidad.
Según un informe contable de Edesur al cual se puede acceder en la página oficial de la compañía ¨ el resultado del período de nueve meses finalizado el 30 de septiembre de 2009 fue una utilidad neta de $56.868.000, en comparación con una utilidad neta de $55.219.000 para el período de nueve meses finalizado el 30 de septiembre de 2008. ¨ Es decir que están ganando plata, año tras año desde la privatización en 1992, y esa ganancia es repartida entre los accionistas que son mayoritariamente del exterior. Es decir, plata que surge de nuestro trabajo y con el cual pagamos nuestra boleta de luz, termina en manos de algún accionista extranjero. Esto, que es la lógica pura de la privatización, supuestamente tiene como contrapartida una mayor eficiencia y calidad en el servicio en comparación con la prestación pública del servicio.
Pero a la (falta de) luz de los hechos esto es irrefutablemente falso, tal como pudieron verificar esta semana los comerciantes de Flores que perdieron su mercadería por la falta de energía eléctrica en lugares que cualquier porteño sabe que se inundan, y que Edesur debería haber invertido para que no sea afectado el suministro. Pero además de estos casos puntuales que reflejaron la debilidad del sistema, la comparación es mucho más desventajosa para Edesur si tomamos otros parámetros como por ejemplo la extensión de la red hacia sectores que todavía no tienen suministro de energía eléctrica, lo cual no es rentable para nuestro accionista.
Pero no solo desde el punto de vista técnico el servicio es peor, sino también desde el punto de vista económico ya que, como nos hacen saber en la boleta con grandes letras rojas, el estado debe pagar subsidios para mantener la rentabilidad de la compañía. Lo que no figura en la boleta es que la infraestructura que usan para vendernos su servicio, del cual estamos cautivos y por lo tanto no necesitan buena atención al cliente, fue también construida por el estado a través de empresas como SEGBA. Esto implica que cuando pagamos nuestros impuestos, también fruto de nuestro trabajo, parte de esa plata termina también en el mismo accionista extranjero dueño de Edesur, en lugar de usarlo en alguna escuela del interior, o al menos alguna fábrica que de trabajo argentino, donde es notablemente más necesario.
Pero esto no termina ahí, según el mismo informe, ¨ EDESUR confía, asimismo, que la futura Revisión Tarifaria Integral (RTI) permitirá recomponer la ecuación económico-financiera del Contrato y alcanzar la normalización definitiva de la situación del servicio eléctrico prestado por la Compañía.¨ O sea que están confiados en que el gobierno nacional, cómplice de este sistema desde la privatización hasta hoy, va a autorizar un aumento de tarifas para que nuestro accionista extranjero pueda ganar aun más plata. Está en nosotros, los usuarios, movilizarnos para que esto no suceda y dar al menos un debate serio respecto de la conveniencia de la estatización de los servicios públicos.
Según un informe contable de Edesur al cual se puede acceder en la página oficial de la compañía ¨ el resultado del período de nueve meses finalizado el 30 de septiembre de 2009 fue una utilidad neta de $56.868.000, en comparación con una utilidad neta de $55.219.000 para el período de nueve meses finalizado el 30 de septiembre de 2008. ¨ Es decir que están ganando plata, año tras año desde la privatización en 1992, y esa ganancia es repartida entre los accionistas que son mayoritariamente del exterior. Es decir, plata que surge de nuestro trabajo y con el cual pagamos nuestra boleta de luz, termina en manos de algún accionista extranjero. Esto, que es la lógica pura de la privatización, supuestamente tiene como contrapartida una mayor eficiencia y calidad en el servicio en comparación con la prestación pública del servicio.
Pero a la (falta de) luz de los hechos esto es irrefutablemente falso, tal como pudieron verificar esta semana los comerciantes de Flores que perdieron su mercadería por la falta de energía eléctrica en lugares que cualquier porteño sabe que se inundan, y que Edesur debería haber invertido para que no sea afectado el suministro. Pero además de estos casos puntuales que reflejaron la debilidad del sistema, la comparación es mucho más desventajosa para Edesur si tomamos otros parámetros como por ejemplo la extensión de la red hacia sectores que todavía no tienen suministro de energía eléctrica, lo cual no es rentable para nuestro accionista.
Pero no solo desde el punto de vista técnico el servicio es peor, sino también desde el punto de vista económico ya que, como nos hacen saber en la boleta con grandes letras rojas, el estado debe pagar subsidios para mantener la rentabilidad de la compañía. Lo que no figura en la boleta es que la infraestructura que usan para vendernos su servicio, del cual estamos cautivos y por lo tanto no necesitan buena atención al cliente, fue también construida por el estado a través de empresas como SEGBA. Esto implica que cuando pagamos nuestros impuestos, también fruto de nuestro trabajo, parte de esa plata termina también en el mismo accionista extranjero dueño de Edesur, en lugar de usarlo en alguna escuela del interior, o al menos alguna fábrica que de trabajo argentino, donde es notablemente más necesario.
Pero esto no termina ahí, según el mismo informe, ¨ EDESUR confía, asimismo, que la futura Revisión Tarifaria Integral (RTI) permitirá recomponer la ecuación económico-financiera del Contrato y alcanzar la normalización definitiva de la situación del servicio eléctrico prestado por la Compañía.¨ O sea que están confiados en que el gobierno nacional, cómplice de este sistema desde la privatización hasta hoy, va a autorizar un aumento de tarifas para que nuestro accionista extranjero pueda ganar aun más plata. Está en nosotros, los usuarios, movilizarnos para que esto no suceda y dar al menos un debate serio respecto de la conveniencia de la estatización de los servicios públicos.
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